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Dice Susan Sontag que “una escritora es alguien que presta atención al mundo”. Por extensión, artista es también alguien que presta atención al mundo. Una atención sesgada, parcial, demasiado personal para pensar en transmitirla a otros. Pero si alguien se interesa porque otras personas le cuenten cómo ven ese mundo recurre a los libros: novelas, ensayos, artículos. Y también podría volverse hacia la fotografía, la pintura, o cualquier otra manifestación plástica.Cuando cierto personaje de Sthendal en el fragor de una batalla, se pregunta si lo que ha visto es en realidad el combate, si es el polvo, los ruidos de los cascos de los caballos, el griterío de los hombres o si, por el contrario, la batalla es el orden de las tropas al mando del general tal y como las presenta la pintura clásica, entonces, nos damos cuenta de que es el fragmento lo que conforma nuestra realidad. La experiencia es fragmentaria y el conocimiento la recompone.Volviendo a la escritora Susan Sontag, afirma que “La manera moderna de mirar es ver fragmentos”. En sus obras, Marian Bandrés, propone sumergirnos en retazos de realidades, más o menos identificables, más o menos realistas, fragmentarias pero formando una única entidad espacial. Mezcla, combina, recorta y pega. Hasta grapa. Pinta encima –o debajo- dibuja, aplica veladuras. Las cosas se dejan de ver unas por otras, a veces no del todo, pero siguen allí, trazo sobre trazo, papel sobre papel, creando sin normas, sin reglas constructivas siguiendo la sola intuición que parte de una fotografía vista en un periódico –guerras, crueldad, sucesos de la historia, imágenes que una vez fueron portada de actualidad y que ahora ya no reconocemos- y de ahí tira de un hilo, mejor dicho, se agarra al hilo que la arrastra dentro, se olvida del cuadro hasta que aquello está acabado. ¿Cuándo? El propio cuadro lo dice. Se han sucedido cientos de gestos –pictóricos- que lo han desbaratado en su fragilidad. Las fotografías ya no existen solas, las noticias se diluyen fuera de contexto, la interpretación empieza a funcionar para quien mira, los trazos adquieren la fuerza de la imagen…Sabemos que cada cuadro tiene un tono de voz. Marian Bandrés os invita a “escuchar” observando los detalles, quedándoos en el fragmento, en la parte recóndita, en el fondo a lo lejos, olvidando el conjunto y buscando la parcialidad de cada experiencia ante cada uno de los cuadros, disfrutar del juego de la adivinatoria, lo que es o parece que se muestra…Al final, solo ella sabe de dónde viene cada fragmento pero no hace falta saberlo pues cada cual compondrá su propia lectura.Autoras: María Cañas y Marian Bandrés
Marian Bandrés, mayo 2009.
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Y por si acaso se perdiera el link , copiamos el artículo, como siempre estupendo, que escribe Myriam Martínez en el Diario del Altoaragón del 10 de mayo de 2009
HUESCA.- “¿Qué tiene la pintura -plantea la artista navarra Marian Bandrés-. Que eleva los sentimientos a emociones y que es capaz de reflejar la realidad en pequeños fragmentos de vida”. Y así se puede apreciar en los collages que desde el viernes cuelgan la sala de la Librería Anónima de Huesca, en la primera exposición que protagoniza en la capital oscense y en la que se refleja su preocupación por algunos de los grandes dramas humanos que nunca pierden vigencia, como las guerras. La muestra se podrá contemplar hasta el 30 de mayo.
El proceso creativo de Marian Bandrés, una persona reflexiva y comprometida, necesita tiempo para madurar. Su obra, por lo general, parte de una fotografía que la artista suele encontrar en las hojas de los periódicos, carteles o cualquier otro soporte de papel. Cuando una imagen le interesa, la rescata, la interioriza y comienza a trabajar en la composición del cuadro. Después, su labor se convierte en la minuciosa construcción de un delicado puzzle sobre un tablex, en el que todas las piezas tienen que encajar de manera natural. Pura artesanía, para introducir los aspectos técnicos que le va pidiendo el collage hasta lograr el tono deseado. Después, lo deja descansar para intentar distanciarse de la imagen que tiene en el cerebro. “Cuando estás en actitud de pintar y componer, lo que quieres es alcanzar lo que tú sientes cuando ves un cuadro”, explica.
Marian Bandrés no cesa en su búsqueda, hasta que siente que el cuadro “funciona” y eso sólo puede ocurrir, cuando compositivamente “está equilibrado y tiene fuerza”. Es, precisamente, la fuerza emotiva, lo que hace que los cuadros de Bacon o los de Goya le parezcan tan fascinantes.
Precisamente, el profesor de Expresión Plástica de la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación de la Universidad de Zaragoza José Luis Jiménez, que hizo de “padrino” de la artista en la inauguración de la exposición, el pasado viernes, encontró algunas similitudes entre la obra de Marian Bandrés y la del genio de Fuendetodos. También dijo de sus cuadros que “no necesitan adornos” y, aunque no quiso encasillar su estilo -“porque las clasificaciones son siempre reduccionistas y empobrecedoras”-, aseguró haber apreciado “ecos” de muchas cosas. Calificó su paleta de “sobria” y coincidente con la pintura antigua, y también encontró conexiones con la técnica del collage, el cubismo y la obra de Genovés. “La pintura de Marian Bandrés es modesta, sobria y ambiciosa -subrayó el profesor-. Es modesta en la presentación, con materiales sencillos, pero nobles, como la madera, el cartón y el papel. Esta modestia quizá refleje su personalidad, pero el resultado es una obra que no necesita de enmarcaciones. En cuanto a la temática, es una obra ambiciosa: el tema es el ser humano”.
José Luis Jiménez se refirió a la intelectual americana Susan Sontang, que decía que “una escritora es una persona que presta atención al mundo”, para hacer extensiva esta máxima “a toda persona que tenga aspiraciones creativas”. Explicó que Marian Bandrés coincide en muchos planteamientos artísticos con los de Sontang, especialmente en su convencimiento de la importancia de la fotografía en el mundo actual.
“Sontag afirmaba que “la manera moderna de mirar es ver fragmentos”, dijo, para observar después que Marian Bandrés propone en sus obras sumergirnos en retazos de realidades, más o menos identificables, pero que forman una única entidad espacial.
“El cuadro acabado es un problema para los que pintamos, porque no avisa. Tapies dice que a él casi siempre se le queda el cuadro poco hecho por temor a pasarse, porque entonces ya no tendría remedio”.
Marian Bandrés (Pamplona, 1969) estudió Bellas Artes en Bilbao. Becada Erasmus durante tres meses en la ciudad francesa de Orleans, se alzó además el primer premio de Artes Plásticas organizado por el Gobierno de Navarra en 1992. Obtuvo en Barcelona el título del Máster en Infografía Mediática en Barcelona y participó en uno de los primeros proyectos multimedia realizados en España con la editorial Timun Mas. Durante un año, trabajó en una empresa de diseño gráfico y publicidad, y desde hace poco más de una década es profesora en la Escuela de Arte de Huesca y está terminando el doctorado en la facultad de Humanidades en la capital altaoragonesa.
José Luis Jiménez finalizó su intervención en la inauguración remitiéndose de nuevo a los “ecos goyescos” que le sugiere la obra de Marian Bandrés. Recordó que Goya estuvo abierto a técnicas nuevas y se planteó qué hubiera pasado, si en su tiempo se hubiera inventado la fotografía. “Veo coincidencias y creo que algunas cosas las habría resuelto igual que tú”, le dijo a la navarra.
“Veo sobriedad, distanciamiento, dialéctica entre la frialdad de la foto y los temas, que son muy humanos y que llegan mucho. La artista ha sabido escuchar a la sociedad, ha prestado mucha atención y creo que espera que hagamos lo mismo con sus obras”, concluyó.
Marian Bandrés, que tomó la palabra brevemente para cerrar el acto, pidió al público asistente que mirasen la exposición “con paciencia”, porque “no es obra directa”. Sin duda, son cuadros con una estética marcada por la sobriedad y el equilibrio, pero que además plantean un contenido profundo que invita a reflexionar detenidamente.