Gonzalo Fontana Elboj presenta Sub luce maligna. Antología de textos de la antigua Roma sobre criaturas y hechos sobrenaturales (editorial Contraseña) el martes 22 de junio de 2021 a las 19,30 en el patio del Instituto de Estudios Altoaragoneses(aforo reducido) junto al editor Alfonso Castán.
Gonzalo Fontana Elboj (Huesca, 1965) es profesor titular de Filología Latina en la Universidad de Zaragoza. Especialista en Filología Clásica y en Historia de las Religiones, es autor de diversas monografías académicas, de entre las que destacan varias relativas a la religión romana y al cristianismo primitivo: Ager: estudio etimológico y funcional sobre Marte y Voltumna (Universidad de Zaragoza, 1992); El Evangelio de Juan. La construcción de un texto complejo: orígenes históricos y proceso compositivo (Universidad de Zaragoza, 2014) y Los orígenes del cristianismo en Asia Menor (a. 70-135). Textos e historia (Universidad de Barcelona, 2015). Sus investigaciones más recientes están centradas en el estudio de materiales epigráficos de época imperial romana procedentes de Jordania. Es también autor de la traducción de las Obras de Terencio (Gredos, 2008) y coautor, junto con Juan Francisco Comendador, de Como un ayer que pasó (Sibirana, 2021), una pieza teatral que recrea el encuentro entre Antonio Machado y Oscar Wilde en el París de 1899.
Esta antología de textos, pertenecientes a todos los géneros y épocas de la literatura latina, ofrece una compilación de pasajes relativos al oscuro y abigarrado catálogo de personajes y fenómenos sobrenaturales (espectros, casas encantadas, licántropos o muertos vivientes, entre otros) que poblaban los temores y las fantasías de la Roma de la Antigüedad, un asunto poco frecuentado por los manuales históricos al uso, más dados a reflejar una imagen augusta y estereotipada de aquella civilización. En el libro se dan cita casi todos los grandes autores de las letras latinas, como Virgilio, Horacio, Séneca, Ovidio o Cicerón, pero también otros menos conocidos, como Floro o Valerio Máximo. La antología incluye, además, una pequeña selección de textos anónimos en soporte epigráfico —cultos unos, populares otros—, entre los que cabe destacar una serie de maldiciones y hechizos amorosos, que sorprenderán seguro a buena parte de los lectores.
Y, como Dante, en esta pequeña aventura literaria de ultratumba también tendremos a Virgilio como guía. Al comienzo del libro sexto de la Eneida, el héroe troyano y su compañera, la sibila, se disponen a cruzar las puertas del infierno; y, en tal trance, el poeta quiso explicar a sus lectores que estaban accediendo a un mundo cuya atmósfera teñía sutilmente el paisaje de colores extraños y en el que la realidad no significaba lo mismo que en el nuestro (al fin y al cabo, estaban franqueando los umbrales entre la vida y la muerte). Y, para evocar aquella experiencia liminar, Virgilio recurrió a una expresión ardua y algo chocante en latín, pues los describió caminando bajo una luz malvada y misteriosa (sub luce maligna) que anticipaba la del fantasmal enclave en el que estaban a punto de adentrarse. No podíamos haber elegido mejor divisa —ni más propicio compañero— para emprender con bien nuestra partida.
0 Esta antología de textos, pertenecientes a todos los géneros y épocas de la literatura latina, ofrece una compilación de pasajes relativos al oscuro y abigarrado catálogo de personajes y fenómenos sobrenaturales (espectros, casas encantadas, licántropos o muertos vivientes, entre otros) que poblaban los temores y las fantasías de la Roma de la Antigüedad, un asunto poco frecuentado por los manuales históricos al uso, más dados a reflejar una imagen augusta y estereotipada de aquella civilización. En el libro se dan cita casi todos los grandes autores de las letras latinas, como Virgilio, Horacio, Séneca, Ovidio o Cicerón, pero también otros menos conocidos, como Floro o Valerio Máximo. La antología incluye, además, una pequeña selección de textos anónimos en soporte epigráfico —cultos unos, populares otros—, entre los que cabe destacar una serie de maldiciones y hechizos amorosos, que sorprenderán seguro a buena parte de los lectores.
Y, como Dante, en esta pequeña aventura literaria de ultratumba también tendremos a Virgilio como guía. Al comienzo del libro sexto de la Eneida, el héroe troyano y su compañera, la sibila, se disponen a cruzar las puertas del infierno; y, en tal trance, el poeta quiso explicar a sus lectores que estaban accediendo a un mundo cuya atmósfera teñía sutilmente el paisaje de colores extraños y en el que la realidad no significaba lo mismo que en el nuestro (al fin y al cabo, estaban franqueando los umbrales entre la vida y la muerte). Y, para evocar aquella experiencia liminar, Virgilio recurrió a una expresión ardua y algo chocante en latín, pues los describió caminando bajo una luz malvada y misteriosa (sub luce maligna) que anticipaba la del fantasmal enclave en el que estaban a punto de adentrarse. No podíamos haber elegido mejor divisa —ni más propicio compañero— para emprender con bien nuestra partida.